MONTERREY.- A más de dos años de la declaratoria de Alerta de Género para cinco municipios metropolitanos, Nuevo León continúa en la lista de las entidades más peligrosas para las mujeres.
De acuerdo a datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el Estado ocupa el tercer lugar por feminicidios. Las estadísticas recién publicadas incluyen todo 2018, periodo en el que se registraron 79 crímenes contra mujeres.
Dichas cifras también revelaron que septiembre y octubre fueron los meses con más feminicidios con 15 y 9 casos, respectivamente.
Nuevo León, tercer lugar en feminicidios (Enero 2019).
Que alarmante, despertar y ver este tipo de noticia, en redes, periódico, étc,
Que alarmante que a pesar del tiempo, esto sigue sucediendo. Lo vemos en la casa, lo vemos en la escuela, lo vemos con los amigos, incluso en nosotros mismos.
Estamos en una sociedad donde la violencia de género, cada vez es más visible y notoria. Actualmente se cuentan con más herramientas para la prevención de esta situación, que si bien nos ha marcado históricamente de tiempos pasados, con nuestras mujeres de la familia, ahora se nos brindan herramientas para actuar, decir “NO”, poner un límite y con eso buscar ayuda o refugio en caso de estar en situación de peligro.
¿Pero qué pasa con esta población que aún no cuenta con la información? Pasan los mal llamados “crímenes pasionales”, que a final de cuentas son Feminicidios, el feminicidio es un acto machista y misógino, el odio de un hombre hacia una mujer, por el hecho de ser mujer.
“...pero a mí lo que me preocupa es el otro maltrato, el que no deja marcas en la piel sino en el alma”. (Walter Riso)
Caemos en una situación de poder y lucha, donde la mujer es vista como un objeto, como un pañuelo desechable, desvalorando por completo nuestra opinión y sentimientos, se nos ve como un grupo oprimido, que es débil y que debe cumplir con ciertos roles de género frente a la sociedad, se nos inculca a ser calladitas para estar más bonitas. Calladitas frente a la injusticia, frente a los golpes y heridas que no solo nos marcan el cuerpo, también el alma y el corazón.
Calladitas desde niñas, a no alzar la voz ante una situación que nos ponga en peligro de algún abuso hacia nuestra integridad. Alzar la voz genera controversia, nos hace ver como “brujas”, como la parte mala de sociedad, cuando somos la parte herida, herida en esta guerra (donde no se ve un fin) para establecer paz en ambos géneros.
La lucha es de todas, desde la vejez hasta el momento donde nos dicen “vas a tener hija”, es aquella sororidad para apoyar a otras mujeres que están en peligro, se busca una reeconstrucción social donde se nos vea como MUJER, como HUMANA, como PERSONA, que expresa, siente y vive, lo poco o mucho.
Buscamos la equidad con los hombres, que no son nuestros enemigos eternos, sin embargo, se educa para ser de esta manera.
Encontramos la palabra clave “EDUCAR”, educar para sensibilizar y concientizar al otro, educamos para una crianza libre y respetuosa, creando un mejor lugar para ambos géneros, educamos para aprender y con esto también el desaprender, educamos y con esto construimos puentes, construimos valores, como fundamental el respeto y la empatía.
Busquemos la educación, busquémosla en el interior, ¿Cómo? Reflexionando.
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